
Para determinar la intensidad de los ciclones tropicales se utiliza la llamada escala de Saffir-Simpson, que mide la velocidad del viento y clasifica los huracanes en cinco categorías. Los de intensidad 5 superan los 250 kilómetros de hora y son los más devastadores. El 'Katrina', que en 2005 devastó Nueva Orleans (EEUU), o el 'Mitch', que arrasó Centroamérica en 1998 y llegó a tener vientos de hasta 290 kilómetros por hora, son dramáticos ejemplos de huracanes de categoría 5. En ambos casos miles de personas perdieron la vida y los daños materiales fueron enormes.
El catedrático de Física de la Universidad de Alcalá de Henares Antonio Ruiz de Elvira lo explica así: "El CO2 retiene la radiación infrarroja que trata de salir de la superficie de la Tierra. Al impedir que salga calor, los océanos se calientan y sobre ellos se genera, en verano y otoño, una enorme capa de vapor de agua, como una olla puesta al fuego suave de una cocina. Ese vapor de agua se condensa cuando hay vientos que lo arrastran hacia el Caribe, los huracanes, o cuando entra en España y se encuentra invasiones de aire de Groenlandia en altura, como ha ocurrido estas navidades".
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