25º ANIVERSARIO Colegio "Villa de Griñón"

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domingo, 14 de noviembre de 2010

Ocho años después del prestige

-Marineros y mariscadores no olvidan el chapapote que tumbó su vida en 2002
-Los voluntarios que lo dieron todo por salvar la costa siguen en la memoria
-El aniversario de la catástrofe, 13 de noviembre, intensifica los recuerdos
-Una voluntaria: 'no podías ver la desgracia por la tele y quedarte en casa'
-Una mariscadora: 'no hay manchas visibles de fuel, pero nunca lo olvidaremos'
"Cuando pienso en aquella época sólo me entran ganas de llorar. Y a medida que se acerca el día, cada año los recuerdos siguen siendo igual de intensos". Este testimonio de la vicepatrona mayor de la Cofradía de San Martiño de O Grove, Lola Gondar, se repite sin cesar entre todo el sector pesquero y marisquero de Galicia cuando recuerdan los días posteriores al hundimiento del 'Prestige', un petrolero que el 13 de noviembre de 2002 sufrió una vía de agua a cien millas de la costa gallega y seis días después se hundió.
La marea negra que provocó el 'Prestige' demostraba que el litoral estaba muy poco protegido frente a este tipo de embarcaciones 'monocasco'. Pero, al mismo tiempo, nacía también un movimiento ciudadano que Galicia tardará muchas generaciones en olvidar: la marea blanca de voluntarios que lo dejaron todo para limpiar chapapote.
Han pasado ocho años desde el fatídico accidente marítimo, el proceso judicial aún no ha visto la luz, pero tampoco se han saldado todas las cuentas morales con los afectados. "Pienso en aquellos días y tan sólo me viene un recuerdo a la memoria: cómo estaban las costas, que tenía que limpiarlas y luego que tenía que emigrar porque si aquí no podía vivir del mar de qué iba a vivir. ¿Eso quién me lo va a pagar?", recuerda Marcos Castro, un bateeiro de O Grove que esta semana descargaba mejillón de su barco con gran ajetreo, pero que asegura que nunca olvidará los duros días que siguieron al hundimiento.
Pocos imaginaban el alcance de la tragedia cuando aquel 13 de noviembre un petrolero cargado con 77.000 toneladas de fuel de mala calidad sufrió una vía de agua en medio de un temporal cuando se hallaba a unas 28 millas del cabo Fisterra. Desde aquel momento, "todo sucedió tan rápido que no soy capaz ni de recordar qué pasó cada día", señala Rubén Castro, un pescador que se pasó meses retirando chapapote del mar. La gravedad de la avería dejó el buque escorado hasta 45 grados y la situación sin precedentes que se generó llenó a la sociedad española de incertidumbre. Nadie sabía cuál era la mejor solución, pero algo había que hacer porque el barco empezaba a perder petróleo.

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