25º ANIVERSARIO Colegio "Villa de Griñón"

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martes, 29 de marzo de 2011

Un pueblo acorralado por los biocombustibles

Sentado bajo un gigante mango, Pekeshe se pregunta por qué un puñado de hombres blancos ha escogido su tierra para cultivar una semilla venenosa que sirve para alimentar coches. La amenaza de los biocombustibles acecha sobre la tribu de los giriama, oriundos de la costa de Kenia, en un lugar donde el desarrollo económico tiene un precio elevado: la inseguridad alimentaria. En las entrañas del bosque de Dakatcha, al noroeste de la ciudad keniana de Malindi, los giriama ven cómo la maldición de los biocombustibles acecha sobre ellos. La gasolinera más próxima está a dos horas por caminos polvorientos, nunca han usado coches, y se preguntan por qué hay gente que quiere usar su tierra para cultivar combustibles en lugar de alimentos. Es la oscura realidad de los biocombustibles en África, donde la inseguridad alimentaria de los africanos se agudiza a medida que la demanda de energía verde en los países desarrollados crece. Pekeshe resuelve el dilema con prontitud: "Aquí no necesitamos combustibles, lo que necesitamos es comida para alimentar a nuestros hijos", cuenta a ELMUNDO.es. A sus 50 años, este agricultor giriama ha vivido toda su vida de cultivar piñas y maíz, los alimentos básicos de la zona. Le han contado que una empresa italiana quiere usar la jatrofa para hacer gasolina. "Pero nosotros no tenemos coches", responde con cara de frustración. "El cultivo de la jatrofa no nos beneficia como el de la casava [yuca] o el maíz, con los que sí puedo alimentar a mis hijos. No queremos gasolina, queremos comida", explica Pekeshe desde su granja, rodeado de otros ancianos giriama que también se oponen al proyecto. "No entiendo por qué los países europeos han elegido nuestra tierra para hacer combustibles", se pregunta Pekeshe, que asegura que la planta es "muy perjudicial para los animales, y también para los niños. Nuestras ovejas comen cualquier tipo de hojas, pero huyen en cuanto se acercan a la jatrofa". Pekeshe se pregunta si en los países de los hombres blancos también existen tierras para cultivar plantas que sirvan para fabricar combustibles y no para alimentar a los humanos. Además, según un informe hecho público recientemente por ActionAid, los gases de efecto invernadero consecuencia del cultivo de la jatrofa son entre 2,5 y 6 veces más elevados que los producidos por los combustibles fósiles tradicionales. Aparte de las tierras de 20.000 personas, de aprobarse la plantación de jatrofa se llevaría por delante las 32.000 hectáreas del bosque de Dakatcha, hogar de especies de aves amenazadas como el Turaco de Fischer y el Clarke tejedor, que viven en uno de los últimos rincones intactos de la costa de Kenia.

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